domingo, febrero 17, 2013
El pensamiento
La calma que produce el peso de la contemplación, calma que solo encuentras en el vacío del lleno y no en el lleno del vacío.
Oído esto, el muchacho se sentó junto al anciano mago para inundarse también de la vasta y hermosa vista que dejaba la luz del atardecer en la montaña en dirección al valle. Y así ocurrió, hasta que el sueño los venció, pasando a formar parte del pétreo paisaje en la inmovilidad del sueño profundo.
jueves, marzo 03, 2011
¿Qué es la eternidad?,
¿Qué es la eternidad?, ¿es acaso un simple destello?, ¿es quizá una melodía inconclusa que alimenta nuestras almas?; tal vez solo sea el olvido del ayer y el desconocimiento del propio futuro que nos mueve en el limbo del olvido.
Cuando era pequeño, mi padre solia contar la historia de un dulce niño que pregunta a su abuelo sobre el tiempo, la vida, la inmortalidad y por la propia eternidad, el vetusto anciano, con su cara arada por los años y ojos profundos, le apunta a un joven y bello pájaro escarlata posado en el árbol más verde del lugar, el niño, maravillado por el vivo color de éste, lo obseva detenidamente con ojos cristalinos e inocentes, llenos de una pureza y asombro únicos que le hacen perder el sentido del aquí y el ahora, embebido en la maravilla de tal asombrosa ave. Sólo veía su color, sólo escuchaba su trino. Absorto en tal escena, nada pasaba a su alrededor, no había viento, ni sol, ni árboles silvando, sólo el pájaro en aquella rama, su gorgojeo y su propio asombro. Repentinamente, el maravilloso cuadro se desvarata con el sonido del trueno, un trueno profundo e intenso que remesió cada parte de su cuerpo. Todo había cambiado. El anciano ya no estaba ahí, el camino era otro, los árboles eran distintos y el dulce aroma del aire había desaparecido. Intentó con la mirada encontrar aquel pájaro escarlata, pero ya no estaba, tan solo veía que desde lo profundo del camino se acercaba un hombre de mediana edad a medio trote en medio de la creciente lluvia. “Papá, te hemos estado buscando” le dijo el hombre al acercarse, “ven te llevaré a casa para secarte y darte sopa caliente” agregó. Todo le era distinto, no entendía nada. Caminó junto al hombre a paso lento, a la vez que se tocaba la cara y miaba las manos con una mirada extraviada; de cuando en cuando miraba al hombre y preguntaba con tierna extrañeza: “¿quién eres tú?”, a lo que el hombre con gesto triste y resignado respondia meciendo la cabeza: “tu hijo papá…” Esa, decia mi padre, es la eternidad.
domingo, enero 03, 2010
la casa transparente
jueves, noviembre 05, 2009
Dormido
Me alegro de verte en ausencia y de sentirte en el recuerdo, te dibujo en la sombra de la pared con las luces de la ciudad colándose entre las cortinas.
Es en este tiempo de tu ausencia, que cuando me duermo, siento comienzo a despertar.
Anoche te volví a ver, estabas linda, alegre, sonriente y serena. Caminábamos por la avenida viéndonos de la mano en los reflejos de los cristales inundando todo lo que nos rodeaba de amor.
Fue el atardecer más hermoso, el cielo se coronó de plata y el horizonte de oro mientras la fresca brisa de la primavera nos endulzaba con su olor a flores.
Cuando me duermo es cuando siento que comienzo a despertar, siento que te abrazo y que te beso con tanta pasión, que me dices “basta!, me aprietas tanto que casi no puedo respirar”.
Cuando despierto siento que el día ya terminó, que comienza la noche de la ausencia en la luz del día que tarda en transcurrir.
Ya llegarás, pronto el día será día y la noche amor nuevamente.
Tu frescura, tu calidez, tu sonrisa ya no serán de sombras y luces, serán de besos y caricias en la cálida luz del sol de la tarde junto a ti.
lunes, marzo 16, 2009
Siento que te pierdo
3n cada sueño que tengo, veo que te alejas
me miras, sonries, estas bien, al rato, lloras, te angustias te alejas.
siento que te pierdo con cada lagrima que derramas diciendo que es por mi culpa.
¿cuál culpa?
hago todo por ti, todo lo que puedo, todo lo que siento, mas te pierdo.
ya no sueñas y todo es malo.
todo es pena y llanto.
lloroas y solo sufres por mi culpa. ¿cual culpa?
me acusas de no amarte, de utilizarte, de no quererte, pero, ¿acaso no ves que te amo?
me ignoras y no se como actuar, bates tus alas de mariposa queriendo volar, pero realmente lo haces porque no sabes que decir.
me besas de manera fria y luego me dices que no te amo.
me hechas la culpa, ¿cual culpa?
culpame de amarte tanto, de no saber como reaccionar ante tus angustias e inseguridades.
culpame de no hablarte por no saber que decir cuando lloras por llorar, por sensible, por insegura, por pena, por todo lo que lloras y llorarás.
culpame de no entender tus animos, sus sonrisas tus no se.
me canso.
pero sigo solo por amarte.
ya no se ni que decirte ppor temor a que sigas llorando.
no se como parar tu angustia.
siento que te pierdo y no se como dejar de perderte.
tal vez, te tenga que perder.
lunes, febrero 09, 2009
La casa junto al naranjo
Tu estas sentada en el tierno pasto, verde, brillante, suave y terso; tu vestida de blanco entre el verde.
Yo llego remando a la orilla en un pequeño bote de madera; me miras, me sonríes y con tu sonrisa terminas de despejar la bruma matinal.
Me alzo, tomo tu mano y espero a que te poses suavemente en el asiento del pequeño bote.
Mientras remo, nos miramos fijamente, solo escuchamos el sonido del remo entrando al agua, los pájaros cantando y las hojas movidas por el viento.
En nuestro recorrido atravesamos un bello arco de rosas blancas, me levanto y corto una rosa, me acerco a ti, te beso la frente y luego poso en tu cabeza una guirnalda de frescas flores.
Un hermoso pájaro multicolor, de largo y bello plumaje comienza a revolotear sobre el pequeño bote; en su pico sostiene una semilla dorada; la colorida ave se posa en medio de la diminuta embarcación y deja caer la semilla, en ese instante, un pequeño y frondoso árbol brota desde las tablas que nos separan de la tranquila agua del lago, lago que toma el color de tus ojos; el árbol tenía el tamaño suficiente para ser visto y tener frutos, y la altura apropiada para no tapar tu mirada contra la mía.
Seguí remando hasta que llegamos al mar por el río, las gaviotas, a medida que llegábamos a la desembocadura, nos saludaban y, al llegar al mar, comenzaron a girar en torno a la diminuta embarcación; nos despedían con su habitual algarabía en nuestro viaje mar a dentro.
Más a dentro en el mar, el mar hiso de sus crestas plata; con mi mano recogí un poco, y te hice un collar; que bella te ves con él, realzaba tu cuello y elevaba aún más tu sonrisa, tu sonrisa brillaba en medio del vasto océano como un faro en medio de la noche, tu alegría es el faro que me guía; cada vez que sonríes se que voy bien, cada vez que te entristeces, sé que me he perdido.
Continué remando cada vez más, hasta donde el mar y el cielo se funden, y comenzamos a flotar, navegamos por entre las nubes y los peces, entre la suave brisa y el escueto oleaje, éramos nosotros, el bote y el árbol.
Llego el ocaso y con él la noche, la luna mantenía un suave reflejo que nos acompañaba; tu sonreías y con tu sonrisa iluminabas el bronce que adornaba el bote; éramos una estrella más que rondaba la noche. Te acurrucaste en mi pecho, suspiraste profunda mente mientras me acariciabas con tu suave palmo la mejilla, tus dedos se deslizaron por mi frente, luego mis pestañas para terminar su grácil recorrido en mi hombro. Te dormiste, te quedaste inmóvil, en un estado de gracia que solo tu sonrisa silente denotaba.
Solté los remos solo para acariciarte. Te velé toda la noche. El cielo se encargo de cubrirte con un manto azul estrellado, aquella guirnalda te coronaba. Eres paz y amor, todo en uno.
La luna nos vio y suspiró, de su suspiro cayeron perlas como pequeñas estrellas, algunas cayeron en el pequeño árbol y se transformaron en luciérnagas, brillaban como zafiros, brillaban como tus ojos, otras en la guirnalda de tu cabeza y la hicieron de plata.
Cuando despertaste, me miraste y me envolviste con tu mirada; seguí remando, te acercaste al borde del bote, con una mano te asiste al bote y la otra la sumergiste para acicalarte, te reincorporaste y comenzaste a peinarte, dejaste caer un cabello sobre la madera junto al pequeño árbol y se convirtió en trigo que las luciérnagas transformaron en pan, lo tomaste y lo compartiste conmigo.
Seguí remando, abriste tu sombrilla para guarecerte del sol de medio día; los delfines surgieron desde el llano mar, nos saludaban alegremente y tú te alegrabas de verlos.
Seguí remando, cortaste un fruto del pequeño árbol y te lo comiste, sacaste la hoja de una rama que se encontraba cerca de la copa, había retenido el agua de la niebla matinal; bebiste de ella como de un cántaro y compartiste conmigo el refrescante líquido con un apasionado beso que duró horas.
Mientras nos besábamos, un ligero temblor sacudió de improviso el precario nao; habíamos encallado, miramos alrededor del bote y comprobamos con sorpresa que íbamos sobre la caparazón de una tortuga gigante que poco a poco emergía desde el límite entre el cielo y el mar, su tránsito era lento y firme, como si su magnitud le pesara, como si su magnitud la sostuviese.
Saltamos desde el pequeño bote hacia tan magnífica criatura, las luciérnagas color zafiro comenzaron a girar en torno al pequeño árbol, crecieron las raíces, el tronco se erigió hasta lo más alto mientras una parvada multicolor salía de entre sus ramales llevando semillas para depositar en la caparazón, poblando toda la rugosa coraza de un sinfín vegetal; desde la abertura de la base del tronco, toda clase de animales y coloridos insectos aparecieron para poblar esta nueva tierra.
Ese lugar ahora era nuestro, descendimos tomados de la mano recorriendo los campos y bosques de aquel maravilloso lugar recién formado; construimos nuestra casa junto a un frondoso naranjo contiguo a un esterillo hasta donde cada mañana llegaban los bonobos a jugar y bañarse.
Subimos hasta el árbol fundador y miramos a través del horizonte, te acercaste a mi oído y me dijiste: “ahora este es nuestro lugar, nuestro mundo, ésta es nuestra vida que navega por aguas calmas, juntos somos un mundo, una sola estrella en la noche que puede llegar a cualquier lugar sin importar lo remoto que esté nuestro destino”; me miraste, tus ojos brillaron como dos grandes candelas en la oscuridad, me besaste, “te amo” me dijiste, “yo también” te respondí, “de corazón a corazón”.
miércoles, enero 07, 2009
No se que hice
no se que dije, pero te amo
no se que hacer, pero te amo
no se que decir, pero te amo
trato de tomarte, pero te desvaneces con una sonrisa fría entre mis manos
trato de hablarte, pero mi voz se desvanece en lo profundo de la habitación
escucho en mi pecho el eco de mis pensamientos, como si ya no tubiera corazón.
una y otra vez en mi cuerpo retumba la pregunta :¿qué hice?
¿seré un malvado pensando que es bueno?
¿seré un criminal que actua pensando en que hace el bien?
¿qué hice?, ¿qué hice?, ¿qué hice?
no se que hice, pero lo hice, y lo que haya hecho, ya esta consumado
me tortura mensar que el hilo se alarga y angosta con cada día que pasa
cada día mas lejos de tu dulce voz y de tu alegre sonrisa.
¿qué hice?, ¿qué hice?, ¿qué hice?
soy tan perverso que no medices que crimen cometí, porque es obvio lo que fué
mas no se que es
¿qué hice?, ¿qué hice?, ¿qué hice?
no se que hice, tal vez cuando me lo digas comprenda mi locura y me ate a una cruz en medio del mar; tal vez despierte a Cthulhu, me mire y me aborresca.
¿qué hice?, ¿qué hice?, ¿qué hice?