jueves, marzo 30, 2006

La Cascada del Fin del Mundo



Estaba en la terminal y tenia que esperar el proximo bus que saldría a la mañana siguiente, la gente corria como loca hacia su bus, en medio del barullo, me recoste entre las escaleras que bajaban a la entrada y me dormi.
Iba por la carretera mirando el extraño paisaje que ante mi se develaba, una vasta llanura cubierta por un ocuro cielo de nubes grises y bajas, todo se veía tan frío que pensaba el porqué de mi viaje.
Llegue a una pequeña ciudad en la punta de una peninsula, un muy ancho río corria caudalosamente por un costado de la ciudadela, junto con él, un ruido ensordecedor. Un pequeño camino de cemento, muy angosto por lo demás, conectaba la ciudad con una pequeña isla, ya era de noche y solo se alcanzaba a escuchar una alegre musica junto con tenues luces de colores proveniente de una casa de madera en el centro de aquella isla.
Baje del bus y me di cuenta que era el único pasajero, mire al horizonte y solo vi en la espesura de la noche aquel blanco camino de cemento que se extendía largamente en la oscuridad del lugar como un fino cabello de plata que algún mistico anciano pudo haber dejado caer con la brisa de la soledad.
Entre a la pequeña ciudad y recorrí su única calle, camine por el barro resbaladizo mirando las precarias construcciones preguntandome ¿quién vivira en tan hostil lugar?, fué entonces cuando una lluvia feroz comenzó a atacar el lugar, un niño desde una oscura ventana me grita despavorido: ¡protejase o desaparecerá!, nadie desaparece por la luvia, pero si puedo desaparecer en la lluvia, desaparezco cuando nadie me ve, desaparezco cuando no quiero ser visto, desaparezco cuando todos han olvidado mi nombre, el olvido es el vacio, pero el vacio llena, incluso nada es algo y nadie alquien, si desaparezco aqui, es porque aparezco en otro lugar y muto sin mutar.
Continue mi camino entre la lluvia por el precario camino y llegue a una pequeña playa, la oscuridad del mar y la oscuridad del cielo eran un solo vacio, no habia mar ni cielo, era el fin del mundo; camine por la pequeña y fria playa mientras pensaba -ya no hay mas, despues de ésto nada-, fue entonces que ví el angosto camino de cemento y al fondo la pequeña isla, entonces, con un valor sin precedentes y una convicción a toda prueba, resolví que tenia que llegar al otro lado.
El camino era tan angosto que solo permitia colocar un paso delante del otro, caminé concentradamente mirandome los pies por largo rato, hasta que una pequeña brisa me hiso desviar la mirada, quede atónito, a mi derecha estaba aquel gran rio que pasava vertiginosamente debajo del camino, a mi izquierda, el rio caia al vacio, era la cascada del fin del mundo, toda el agua del planeta llegaba hasta ese lugar, entonces la leve brisa se tranformo en un fuerte viento que me entumió por completo, giré hacia mi izquierda y perplejo observe el dantesco espectaculo, estaba en medio de aquel camino, a mi izquierda la pequeña ciudad, a mi derecha la isla, en frente el oscuro vacio, bajo el camino grandes extensiones de agua callendo al infinito y detras mio, aquel imponente y feroz rio cuyo destino era la nada.