En el viejo puente sobre el rio, un viejo farol miraba todas las noches a la luna, ir y venir por la oscura cúpula del cielo. Una noche, la luna se percato de aquel farol que con tanto ahinco intentaba resaltaraumentando su brillo.
La luna pensó que a tal esfuerzo devía responder, pero no podía dejar su lugar en el cielo, fue así como colocó su reflejo sobre el río junto al reflejo del farol; la luna le pidio entonces al viento que soplara y que entonara una suave y calida melodía a la que se unieron en breve los árboles, fué entonces cuando las hojas decidieron bailar y se precipitaron al río para balar en el agua junto al farol y la luna.
Fué entonces cuando al puente llega una pareja de enamorados quienes, apoyados uno en el hombro del otro y ambos sobre el muro del puente, vieron aquella danza y no aguantaron las ganas de bailar junto a la luna, el farol y las hojas; felices y enamorados giraban sin cesar uno frente al otro riendo y mirandose, como si la vida no tubiera fin, como si ese momento fuera el único en sus vidas, como si ya no hubiera más, como si ya no se necesitara más, era todo y estaban en todo, estaban en si y para el otro.
La luna y el farol al verlos supieron que que nunca podrian estar juntos como aquellos enamorados, fua asi que el farol y la luna decidieron entregar a los enamorados una parte de ellos para poder estar juntos y disfrutar de esoos monetos sin tiempo.
El farol de su roido pilar desprendio dos trozos de metal que al caer, el suelo los convirtio en anillos; la luna brilló como más pudo sobre los anillos y su luz se impregnó en ellos haciendo que brillaran en la noche con la pureza del corazón.
Fué asi como estos enamorados encontraron estos anillos sobre el puente, los tomaron y se los ofrecieron uno al otro en señal de su amor.
Desde aquella noche, en aquel puente, una pareja de enamorados baila junto al viejo farol bajo la luz de la luna.
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