Sigo mi sendero, solo, callado, veo mi reflejo y noto algo que pende de mi hombro, es un pequeño morral, subo al árbol, me siento en una rama y comienzo a escudriñar el contenido.
Una estampilla, un hilo de plata y una pequeña pero bella caja cerrada.
Entonces recuerdo:
La estampilla es de aquella carta que un muy antiguo amigo me envió desde una isla lejana donde él meditaba para crecer; el hilo metálico es aquel con que suturaría esa veja herida que jamás suturé; la caja, la abro y veo que esta vacía, solo un espejo en el fondo donde veo mi reflejo vacío, -estoy vacio-.
Miro desde el árbol la ciudad, tomo mi corazón y comiezo a suturarlo, en la caja deposito las gotas de sangre, -¿debí morir para volver a nacer?, tendré que odiar para volver a amar?-, entonces recuerdo las palabras de mi maestro "si a una mariposa, le quito las alas, ¿se transforma en gusano?; si a un gusano, le pongo alas, ¿se transforma en mariposa?".
Miro desde el árbol la ciudad, pongo mi corazón en mi pecho y le digo -late!-, tomo la caja, la vuelvo a mirar y veo mi reflejo, ya no está vacia, ahora contiene la sangre de mi corazon sellado en plata.
Miro desde el árbol la ciudad y recuerdo las palabras que le dijo mi maestro a mi amigo: -para ser quien realmente eres, a veces debes ir por donde no eres-.
Y muto.
Camino por la Branca Cidade blanca, ya no floto, la gente me ve y mi ojo los ve, camino mudo.
-Tengo que llenar esta bella caja otra vez, debo vivir de nuevo como antes y ser mejor que lo que era-
Soy lo que fuí y sere lo que quiero.
Yo soy, mas no se lo que seré, me siento despierto, solo que es solo mi andar.
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