Mientras caminaba por la selva, divise una gran torre de piedra en un claro; desde su cima caía agua en cuatro direcciones y ésta se repartia por todo el mundo.
Una escalera en espiral que circundaba toda la torre hasta lo más alto me invitaba a subir y descubrir que había en su cumbre.
Comence a subir por los angostos peldaños de piedra mientras me aferraba al suave muro tallado por la lluvia para no caer.
El primer día descubrí que habían árboles en los árboles, el segundo día subiendo supe que el musgo tiene buen sabor cuendo esta recién cortado de ra piedra, el tercer día subiendo llegué a la cima, tenía una entrada sin puera que dejaba ver un pequeño jardín, al entrar ví que que en medio del jardín había una mesa y un cómodo sillón frente a una abertura que permitía ver todo hacia el horizonte; había en la habitación un dulce aroma a mujer que me hiso pensar en el amor; la torre era tan alta que a lo lejos, de manera casi indistinguible pude notar que se veía la punta de la misma torre donde estoy y me ví entrando como lo hice hace un segundo atras.
En el sillón habían cigarros y un encendedor, me sente, encendí uno de los cigarros mientras me observaba a lo lejos haciendo lo que habia hecho; fué tan relajante la vista y la tranquilidad del lugar que me dormí sintiendo la brisa en mis pies.
¿Cuántas veces tenemos la oportunidad de observarnos a nosotros mismos en total calma y sin presiones ni prejuicios?
Esa noche soñé nuevamente con aquél dragón de plata apagando el fuego en el cielo con su álito.
Cuando desperté la mañana siguiente, estaba todo nublado y hacía frio; decidí salir de ahi para continuar mi viaje, me dirigí a la entrada, caminé con cautela para no caer al vacío pero al dar el paso hacia afuera ya estaba abajo.
Seguí mi camino por la espesa niebla hasta que la selva me impidió ver la torre y pense: el cielo y el infoerno son uno con la realidad.
¡Oh Dios!
Sólo un dragón de plata puede vivir en una torre tan alta, el aroma que sentí era de ella; durmió conmigo y no lo noté, su respiración enfrió la mañana. Sólo un dragón de plata puede vivir en la torre del agua.
Serena callada y tranquila me acurrucó con su cola y me bajó hasta el suelo.
Cierro los ojos y veo su mirada cristalina, pausada y brillante.
¿Quién encendió el cielo?
¿Dónde estas dragón de plata?
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