Subió por tu pierna, sin que te dieras cuenta.
Reptó por tu delicada espalda como una suave brisa de primavera.
Mientras lo hacía, te agradaba y no te oponías.
Trepó tu hermoso cuello hasta tu oído y te sedujo con su lengua.
Enterró su fría cola en tu espalda lentamente sin que ni siquiera lo notaras.
Se apoderó de tus sentidos, uno a uno al punto en que pensaste que era bueno y normal tener algo ahí.
Te vi entrar esa fría noche, eras solo una silueta.
Te vi luego sentada a la luz de la fría luna, te contemplé toda la noche.
Dos vapores salían de tu boca que parecían uno gris.
Te seguí muchas noches, pero siempre sentí que me evitabas.
Se que puedo plantar la mas bella flor en tu alma, pero creo que esa serpiente sigue allí.
Despierta mujer, despierta!
¿Es que te acostumbraste a sufrir?
Permíteme ser yo tu paladín.
Quiero portar tu pañuelo de oro en mi armadura!
Quiero hacer de tu sonrisa mi espada!
Hacer de tus ojos mi escudo
Y de tus sueños y esperanzas mi amigo fiel.
Despierta mujer, despierta!
No quiero verte sufrir.
La serpiente debe morir!
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